Se trató de la voz de una mujer. Una presencia fantasmal que durante las noches paseaba su dolor por las calles de la gran capital azteca. Su lamento era penetrante, y su grito inconfundible. Entre lágrimas, sollozos y suspiros, atravesaba el silencio con su honda plegaria: "¡Oh, hijos míos! ¡Nuestra pérdida es total y segura!"; "¡Hijos míos! ¿A dónde podría llevaros y ocultaros?".
Del mismo modo, el mismo Sahagún refiere la historia de la diosa Cihuacoatl, la cual "aparecía muchas veces como una señora compuesta con unos atavíos como se usaban en Palacio: decían también que de noche voceaba y bramaba en el aire… Los atavíos con que esta mujer aparecía eran blancos, y los cabellos los tocaba de manera, que tenía como unos cornezuelos cruzados en la frente".
La Leyenda de la Novia sin Cabeza
¿Quién se atrevería a desafiar el frío que se apodera de las calles potosinas en las noches de invierno? Las bajas temperaturas recluyen a las personas en sus viviendas mientras el "chirihuayrita" se pasea impune por callejuelas y recovecos. De cuando en cuando, el viento aumenta su velocidad y agita los faroles coloniales que se mecen entre chirridos mientras algún cable de electricidad chisporrotea más allá, sumándose al concierto nocturno. En el barrio minero de San Benito, los chispazos del deficiente tendido eléctrico son como relámpagos que iluminan ocasionalmente las callejas que no tienen alumbrado público. Cuando la portera de la escuela Cleto Loayza dejó su cuartucho y se dirigió hasta los baños, un lejano chisporroteo la detuvo provocándole un estremecimiento que nada tenía que ver con el frío. —¡Este "chirihuayrita"!- dijo maldiciendo al viento frío de la puna- aurita lo va a hacer cortar la luz. Fue entonces cuando vio el reflejo en la ventana.
Ella estaba ahí, inmóvil, quieta pese a la insistencia del viento y nítida en su manchada blancura. —Es la novia —reconoció la portera— ¡es la novia! Y su alarido de terror se sumó al frío concierto de las noches potosinas. II Amor de lejos… María y Rufino no podían ser felices. Hacia 1983, la sequía había castigado duramente a Potosí y lo que menos había era trabajo. —Tendré que irme a la Argentina —dijo él una mañana— allí voy a encontrar trabajo y te voy a mandar plata. A ella no le gustó nada la idea pero sabía que no había más remedio. Aunque aún no tenían hijos, la falta de dinero era tan desesperante que, en ocasiones, pasaban hasta tres días sin probar bocado.
La despedida fue cruel. Entre besos y lágrimas, los jóvenes esposos reiteraron sus promesas de amor eterno y, finalmente, se separaron. Pero la separación no fue tan dura como la ausencia. Mirando las cañahuecas del techo, María se acostumbró a contar las horas en sus largas noches de soledad. Las horas eran largas, los días tediosos, las semanas dolorosas y los meses parecían infinitos. Del ausente no había noticias. Ni una carta…ni un centavo. III …Amor de tontos Gustavo insistía demasiado. —Cásate conmigo —le había dicho varias veces— yo te amo y nunca te abandonaré. La insistencia del hombre comenzó a tornarse en obsesión. Gustavo la seguía a todas partes y, cuando María se encerraba en su cuartucho, luego de darle con la puerta en las narices, él seguía proclamando su amor desde la ventana. Poco a poco, la idea dejó de parecerle descabellada. Después de todo, no tenía dinero y Gustavo le ofrecía la seguridad que ella jamás conoció.
La seriedad de su propuesta llevó a la pobre mujer hasta la sala de una casa donde se fijó la fecha de la boda. —Tiene que ser una fiesta sonada —dijo la madre de Gustavo— contrataremos el salón del Unificada y la misa será en la Catedral. El enamorado pretendiente conocía muy bien la situación de María, pero ambos convinieron en guardar el secreto con el convencimiento de que, por el silencio demostrado, Rufino ya había cambiado de vida en la Argentina. IV Bodas de sangre Cuando vio la Basílica llena de gente, María terminó de convencerse cuán sola estaba en el mundo. Casi todos los participantes en la ceremonia eran parientes o amistades de Gustavo. Salvo una o dos amigas, ella no tenía a nadie más.
La sensación de soledad le acompañó durante toda la misa. Parecía casi atontada cuando respondió "sí, quiero" al sacerdote. Ni siquiera el tañido de las campanas consiguió sacarla de su ensimismamiento. Sólo reaccionó cuando, al salir del templo del brazo de su nuevo esposo, vio a Rufino ahí, al pie de la escalinata. Se quedó muda, inmóvil y asustada y no dijo nada cuando su primer marido se le aproximó con una serenidad asombrosa. —Felicidades —le dijo secamente mientras le abrazaba—. Parece que encontraste la solución a tus problemas. Y entonces sucedió. Nadie pudo hacer nada cuando el sol se reflejó en la hoja de un puñal que Rufino levantó en
Leyendas de Nayarit
by Hugo on 24/04/2013
El muchacho en bicicleta. En el cerro de Santa Catalina, antes de que pusieran encima la escultura de Cristo Rey, se cuenta que a lo lejos se lograba apreciar la figura de lo que aparentaba ser un joven muchacho con una bicicleta, él se encontraba entre los arboles de esa área. Se dice que estaba vestido con ropa negra y que parecía que estaba muerto y saliendo de las tumbas.
Antes de llegar a donde está el pozo (donde ahora suelen jugar béisbol), se desaparecía y volvía a aparecer solo que más arriba. Los habitantes de esta región mencionan que esa figura de un muchacho en bicicleta solo se aparece en semana santa. Otros dicen que en semana santa el salía del pozo para ir a pagar una manda a un Cristo Rey que en vida no pudo llevar a cabo. Esta leyenda muchas veces la cuentan a jóvenes para asustarlos o para que no estén por el cerro de Santa Catalina a altas horas de la noche
El padre decapitado. En el templo de Santo Santiago Apóstol se dice que se aparece la silueta de un padre decapi Aun no se sabe el porqué de su aparición. Hace unos cuantos años un señor de nombre Elías y un Doctor estaban platicando en el coro de la iglesia. Cuando ellos ensayaban una canción lograron percibir algo que se movía, fueron a ver y lo que encontraron fue algo terrible, un padre decapi
Ambos se asustaron, cerraron sus ojos y comenzaron a rezar, cuando abrieron sus ojos el padre ya no estaba. Se dice que cuando el padre decapitado recorre la iglesia se produce un silencio incómodo. El padre y el Doctor después contaron lo que vieron a las demás personas. Personas que no creían esto que les contaron comenzaron a hacer bromas, se vestían como padre cubriéndose la cara y asustaban a la gente que entraba a rezar a la iglesia, un día estas mismas personas que bromeaban vieron este fenómeno y casi morían del susto y hasta la fecha se sigue apareciendo en la iglesia
Una cita arriesgada
En Cuenca, ciudad de misterios, enigmas y empedradas calles repletas de pasajes históricos se cuenta una leyenda en la que antaño, un joven mozo se enamoró de una bella dama, la más linda que jamás había pisado las calles de esta ciudad, pero la cuál escondía tras su belleza un terrible secreto.
Desde la calle Pilares, bajando por un precioso empedrado, llegamos a la ermita santuario de las Angustias, erigida en el siglo XIV, aunque la actual data del siglo XVIII y es el lugar donde se centra esta leyenda.
Bajada a las Angustias . via
Vivía por estas calles un hermoso muchacho, hijo del oidor de la villa. El bello zagal, en edad de efectuar sus correrías, no dejaba una sin probar, y así tomó fama de mentiroso, pendenciero y, además, bravucón; a nada de ello podían dar crédito sus familiares, pues el honorable cargo que desempeñaba el padre era, sin duda, signo de buena estirpe y descendencia.
Pero de cómo fueron las cosas en aquella época nadie lo sabe, el caso es que el muchacho corría una tras otra a todas las doncellas casaderas del lugar y, luego de cortejarlas y conseguir sus propósitos placenteros, las dejaba plantadas, sin más.
Pero un día, conoció a una dama bellísima como la luna y seductora como el diamante; además era forastera y recién llegada a la ciudad. Cuando paseaba por las calles, las mujeres bajaban sus miradas y de reojo miraban qué hombre era el primero en lanzarle una sonrisa, pues la chica dejaba a todo el mundo con la boca abierta por su belleza e irresistible impulso.
Los jóvenes salían a su encuentro para simplemente saludarla e intercambiar un buenos días o buenas tardes, cosa que siempre hacía simpática y risueña. Hasta que un buen día, nuestro apuesto galán decidió lanzarse y presentarse. La hermosa mujer lo correspondió y le dijo que se llamaba Diana. Contento y presuntuoso, se fue con el resto de sus amigotes para vacilar un poco ante ellos de que ya sabía incluso su nombre.
Diana, que tonta no era, también se percató de la belleza del joven, al que con el tiempo fue conociendo mejor, pero viendo sus claras intenciones, le daba largas y largas.
El muchacho cambió, se quedó ensimismado con Diana, estaba totalmente obcecado con ella y con hacerla suya, algo que ella le ponía muy, muy difícil. Quizá por eso de que a los hombres nos gustan los logros difíciles, éste se lo tomó como todo un reto personal e incluso declinó las ofertas de sus amigos, con los que iba de correrías.
Y una mañana, en vísperas de Todos los Santos, Diana le hizo llegar una misiva que el joven leyó sorprendido y de muy buen agrado: "Te espero en la puerta de las Angustias. Seré tuya en la Noche de los Difuntos".
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Por fin el muchacho iba a conseguirla. Esa noche se arregló tanto como pudo. Con sus mejores ropas y las fragancias más sublimes que guardaba para las ocasiones especiales, salió a conquistar a esa dama que tan loco lo volvía.
Pero esa noche se fraguó una tormenta. Los truenos retumbaban y el cielo se iluminaba como si de fuego se tratase. Él debía estar a la hora prevista en el lugar donde Diana lo había citado. Y allí, raudo y veloz, cruzó las cuatro calles que lo separaban de la puerta de las Angustias y vio a la bella doncella, ataviada con ropas que parecían de princesa.
Su corazón latía más de prisa a cada paso que daba, y su deseo era tan ardiente que las botas parecían quemar las plantas de sus pies y lo hacían alargar las zancadas.
Ella estaba en el atrio y él se abalanzó contra ella, que le respondió con unos besos tan dulces y tiernos que el muchacho, loco de desesperación, fue intensificando sus caricias hasta que sus manos comenzaron a levantar su falda.
Los truenos caían y los relámpagos iluminaban los rostros de los de los capiteles dejando intuir sombras diablescas, pero los dos jóvenes estaban tan arrebatados por la pasión que no se percataron ni de la tormenta.
Ella, casi tan encendida como él, incluso levantaba su falda más aprisa con el fin de que el muchacho consiguiera su propósito. Cuando descubrió sus preciosas y blancas piernas, vio que llevaba unos chapines altos. El muchacho fue quitándole el derecho poco a poco y de repente cayó un rayo que iluminó de pleno el pie de Diana, que resultó no ser un pie, sino una pezuña; y su pierna, la de un macho cabrío.
Aterrorizado, el joven tiró el zapato y salió corriendo dando gritos de terror y espanto. A su vez Diana, que era el mismísimo diablo, con una voz profunda, cavernosa y estrepitosamente desgarrada, lanzaba carcajadas que resonaban entre las antiguas piedras del santuario.
El joven, presa del pánico, se abrazó a la cruz que había en la puerta de las Angustias; el diablo se abalanzó sobre él, lanzándole un zarpazo al tiempo que sonaba un trueno inmenso. Cuando el chico abrió los ojos, el zarpazo le había rozado el hombro y había dejado una marca en la piedra, todavía humeante.
Se dice que el chico ingresó en el santuario de las Angustias y nunca más volvió a ver la luz del día . ni de la noche.
Y allí, en la puerta de este lugar, podemos ver la famosa cruz de piedra a la que el joven apuesto y bravucón terminó por agarrarse para salvarse del zarpazo del diablo, que quedó grabado en la piedra y que todavía puede verse.
mitos
La Muñeca en el Bosque
Dicen que un hombre llego a la estación de policía asustado diciendo que alguien lo iba a matar, los policías escucharon su historia, el hombre relató lo siguiente: El hombre estaba de caza en un bosque no muy conocido. De pronto, al haber terminado la caza y sobrándole solo una bala, comenzó a sentir un poco de sueño, por lo que decidió descansar, hasta quedar dormido.
Al despertar, se dio cuenta que estaba en un pueblo inhabitado. Con curiosidad, decidió entrar a una casa, encontró un misterioso sótano, donde al entrar se cerró la puerta y perdió el conocimiento. Empezó a abrir lentamente los ojos y se vio sentado en una silla. En eso, escuchó un ruido, había una niña sin ojos, por donde sangraba, despeinada y con las piernas rotas; además, tenía una muñeca manchada de sangre. Entonces, se apagó la luz, y al volver, la niña estaba más cerca, y así siguió hasta que la niña se encontraba a solo unos centímetros de él. Él, asustado, saco su rifle de caza y le disparo con la única bala que le quedaba, lo cual no le hizo ningún daño, ella le comenzó a decir: "¿quieres que te preste mi muñeca?" él, aterrado, no pudo hacer más que mover la cabeza en señal de negación. Ella dijo, "está bien, pero te la presto, luego iré para que me la devuelvas", Finalmente él se desmayó y volvió a despertar en el bosque, se sintió aliviado al pensar que solo fue un sueño, sin embargo nada de lo que pensó era cierto, su rifle ya no tenía ninguna bala y a su costado se encontraba un muñeca, y no cualquier muñeca sino, la misma que tenía aquella tenebrosa niña. Ahora solo le quedaba esperar hasta que su dueña regresara por ella.
Mitos de la Luna
Muchas culturas de todo el mundo tienen mitos interesantes sobre la Luna, reflejando su importancia en el cielo nocturno y su impacto en nuestras vidas. Visite los enlaces a continuación para que aprenda sobre interesante creencias de las civilizaciones tempranas. ¿Puede ver alguna similitud entre estos mitos?
La luna llena de enero es llamada Luna Lobo. Se llama así por las manadas hambrientas de lobos que aúllan a la noche. Las tribus Algonquian de nativos americanos tenían muchos nombres diferentes para la luna llena durante el año, reflejando sus conexiones con la naturaleza y las estaciones, caza, pesca y agricultura.
En tiempos antiguos, el pueblo chino creía que habían doce lunas como los doce meses del año. Se creía que las lunas eran de agua. El nombre "madre de lunas" se asociaba con Heng-o. Esta imagen muestra detalles de una capa bordada de un emperador incluyendo un conejo blanco, que se creía que vivía en la luna.
Anningan es el nombre del dios de la Luna para algunos de los pueblos Inuit que viven en Groenlandia. Anningan persigue su hermana, Malina, la diosa del Sol, por el cielo, pero olvida comer, por lo que adelgaza mucho. Esto representa las fases de la Luna, especialmente la creciente.
Ix Chel, la "Dama Arcoíris," fue la diosa de la Luna en la mitología maya. Ix Chel era representada como una vieja mujer, con una falda con huesos cruzados y una serpiente en su mano. También tenía un lado noble, y era adorada como protectora de tejedores y mujeres en parto.
Coyolxauhqui fue la diosa de la Luna de acuerdo a la mitología azteca. Esta imagen reproduce la "Piedra Coyolxauhqui," a monolito gigante encontrado en el Gran Templo de Tenochtitlan.
La Carreta sin Bueyes
Vivía en un caserío del antiguo San José, pueblo de carretas, gente sencilla y creyencera; una bruja quien estaba enamorada del más gallardo de los muchachos del pueblo.El muchacho por su gran apego a su fe cristiana no quería tener nada con ella pero la bruja valiéndose de artificios, lo logró conquistar y así vivir con él mucho tiempo, conviertiéndolo en un ser similar a ella.Como se puede notar nadie estaba de acuerdo con esta unión, mucho menos el cura del pueblo el cual en sus prédicas denunciaba el hecho, al pasar de los años aquel muchacho, ya mayor, tuvo una enfermedad incurable y pidió a la bruja que si se moría, le dieran los santos oficios en el templo del lugar.Al solicitarle alsacerdote la última petición de su amado la bruja recibió la negativa debido al pecado arrastrado en su vida.La bruja dijo por las buenas o por las malas y al morir su hombre, "enyugó" los bueyes a la carreta y puso la caja con el cuerpo muerto, cogió su escoba, su machete y se encaminó al templo.Los bueyes iban con gran rapidez pero al llegar a la puerta, el sacerdote les dijo "en el nombre de Dios paren", los animales hicieron caso, más no la bruja la cual blasfemaba contra lo sagrado.El sacerdote perdonó a los bueyes por haber hecho caso y la bruja, la carreta y el muerto todavía vagan por el mundo, y algunas noches se oyen las ruedas de la carreta pasando por las calles de los pueblos arrastrada por la mano peluda del mismito diablo.
Autor:
Anaitee
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